lunes, 8 de diciembre de 2014

El vestido de princesa


¡Ufff que día!! Natación por la mañana por primera vez nado 1300 metros, integrarme en una breve marcha por las calles de la hermosa ciudad de Zacatecas, con mis compañeros de los sindicatos del CECyTEZ - EMSaD, en la defensa de nuestros derechos laborales constantemente pisoteados, una larga conversación con mi amiguita Viry y después de llegar a la tranquilidad de mi casa, atender asuntos importantes que acontecen en ella, recordé que tenía una cita con una chica interesada en mi fabuloso vestido de princesa, así que comí y posteriormente tomé cuidadosamente el vestido lo doblé y lo puse en una bolsa, me dispuse a salir al encuentro y al llegar, ambas sostuvimos una breve conversación, un poco de estira y afloja con el precio y una minuciosa revisión por parte del novio de la clienta, al objeto de mis apegos y finalmente ¡Se fue para siempre de mi vida!!

En mi vestido de princesa


Después de ello sentí un gran vacío en mi estómago, recordé la fiesta para la cual lo compré, realmente me sentí princesa en aquel momento, caminé por la ciudad nuevamente y quería escribir, pero no llevaba mi agenda, por momentos sonreía y pensaba ¿Por qué siento esto? Es lo bien que lucía en él, la talla que logré en aquel momento, las personas que estaban conmigo cuando lo usé, el momento de su compra y la compañía de aquel día ¿Qué era ese sentimiento?

Fue algo muy similar al despedirme de mi chamarra fiusha y de mi maleta fiusha (que ya no son mías desde luego), tantos momentos padres con esos objetos, pero ¿todo eso tiene sentido? Esas emociones que me embargaron por unos minutos, ganas de llorar, pensar que nunca me voy a volver a sentir como en aquellos instantes y con aquellas prendas, realmente hubo bastante nostalgia, me senté y tomé una foto al atardecer, seguí pensando en la facilidad con la que nos apegamos a las cosas, ya que esto es muy común en las chicas, generalmente creemos que las volveremos a usar o que a nadie le va a lucir como a nosotras, pero son sólo apegos.

Compañera de viaje

En compañía no sólo de la chamarra, además de mis hermosas ex alumnas.


Ahora entiendo lo padre del grupo de intercambio en el que me encuentro y a través del cual ofrezco mis prendas y otras chicas ofrecen las suyas, porque si algo que compraste sólo para un evento o que por algún motivo ya no usas, le puede hacer falta a otra chica y viceversa, ¡eso es muy lindo!! Es compartir.

Retomando las emociones, recordé que quizá fue como García Márques describía en “El General no tiene quién le escriba”, la sensación que tuvo el general cuando no recibía cartas o con los múltiples desprendimientos debido a la pobreza en la que se encontraba, por fortuna y eso me calmó más yo estoy haciendo espacio para lo nuevo, y créanme ¡Ya tengo mucho espacio!

Pensé también ¿Para qué quiero un vestido de princesa si soy una Reyna? Soy una reyna porque Dios quiere que todas las mujeres seamos reynas y descubramos el propósito para el cual estamos en esta vida y descubramos también cuál es nuestro reyno o territorio de influencia ¡Ése dónde todo nos es dado!! Ese donde determinamos una cosas, ésta se levanta, crece y se afirma, ya lo sospechaba pero lo escuché en un video de Alejandra Stamateas, si les interesa ver temas de utilidad para las chicas, búsquenla en youtube, a mí llego por una buena amiga y me agradan los mensajes de ésta mujer, que trae la palabra de Dios para las mujeres.

Amigas, amigos lectores falta poco para concluir esta aventura del desapego, sigo cosechando aprendizaje y ahora pienso ¿Qué será lo nuevo? ¿Qué es lo que viene? Seguramente cosas muy buenas, no puede ser de otra manera.